viernes, 26 de junio de 2009

RESPONSABILIDAD

Por Verónica Gámez y Gabriela Siquich 
IIOA Argentina

Respons(h)abilidad implica: Habilidad, capacidad para responder ante una situación determinada. Esta respuesta puede darse en forma de reacción ó bien una elección consciente, lo cual conlleva un previo haber hecho consciente el dato/información del estímulo. La respuesta siempre provocará consecuencias/costos... 





Desde la posición del niño las consecuencias no están contempladas y por eso el niño debe pedir permiso al adulto, quien sí se hará cargo de las consecuencias... Por ello para ser responsable es necesario colocarse en el papel del adulto. 
Dentro de un esquema DETERMINISTA, solo se conciben estímulos que provocan automáticamente respuestas correspondientes. 
El esquema será: ESTÍMULO - REACCIÓN Sin embargo un acontecimiento exterior (incluso un acontecimiento interior como una emoción, un pensamiento, un estado) no son estímulos unívocos, sino datos que nos proveen información. La información no determina que la persona haga nada, solo informa lo que está ocurriendo. Depende de la persona decidir, de modo que el esquema será: DATOS/información - conciencia/percatarse - elección/decidir - RESPUESTA Para que la respuesta no sea una reacción sino una elección y prevenir las consecuencias, es necesario transformar, en un proceso de traducción, el/los impactos ‘positivos’ o ‘negativos’ del estímulo neutralizándolos en datos/información para poder calcular las posibles respuestas y los costos... 
 Es retirando la cabeza de la identificación que creo en mí la posibilidad de Ver los “estímulos” como datos que me brinda el entorno -y también mi interior-, tomar conciencia, percatarme de esa información, y en función de esa información hacer una elección, decidir de qué modo responder. El estímulo es siempre un desafío ‘ambiental’ (DO), que es a veces una variable inamovible... Acorde sea la capacidad de dar respuesta (RE), se obtendrá un resultado (MI). El resultado es positivo/exitoso o negativo, si la capacidad de dar respuesta es mayor o menor que el desafío... 
Por ejemplo, si tengo una capacidad de respuesta de 100 y el desafío ambiental es de 80, el resultado que obtendré será positivo. Pero si mi capacidad de respuesta es de 100 y el desafío ambiental es de 150 el resultado será negativo. Ante esta situación tenemos dos opciones si es que queremos salir del determinismo: a. Aumentar mi capacidad de respuesta. b. Disminuir la demanda ambiental. Si me he propuesto comprarme un auto que cuesta $40.000 y mi capacidad de respuesta es un capital de $20.000, tengo la posibilidad de a. Aumentar mi capacidad de respuesta es decir, generar nuevos recursos, pedir un préstamo, liquidar mi capital para disponer de efectivo, etc. o bien b. Disminuir la demanda ambiental decidiendo comprar un auto que cueste $15.000, o bien c. Combinar ambas posibilidades: Elegir un auto de $30.000 y sin liquidar mi capital pedir un préstamo que me resulte accesible para cubrir la diferencia. 
 Sin embargo, cuando el desafío ambiental es una VARIABLE INAMOVIBLE, la única opción es aumentar mi capacidad de respuesta, esto es ampliar mi horizonte de capacidades, explorar otras respuestas posibles, en definitiva aprender, crecer, madurar, ser creativo, es decir crecer en mi nivel de conciencia lo cual me permitirá ver más allá del límite hasta el cual llego a ver en mi estado actual de conciencia. Si tomamos como ejemplo el pedido del Trabajo del pago en esfuerzo para poder recibir la Ciencia Armonical (DO – el desafío) es una variable inamovible, no es apelable ni modificable. Todas las dificultades e imposibilidades que encuentro para pagar en esfuerzo (RE – la capacidad de respuesta) es la variable móvil, de modo que es la que puedo aumentar para que el resultado sea positivo. No obstante cabe aclarar que en este caso, al desafío no lo he tomado yo como individualidad: a ese Do que hace que la Ciencia Armonical esté sonando en este momento en Córdoba, Argentina, América, el mundo, lo ha dado el Trabajo. 
Es por eso que el RE es proporcional a ese DO, es decir que no es “de mi tamaño sino del tamaño del Trabajo”. Si el Trabajo dio un DO de potencia 100, nos encontraremos con una resistencia de potencia 100, si bien nuestras mentes imaginan que esto podría no ser así, es más lo consideran injusto e imaginan la resistencia podría ser de la potencia que me permita mantenerme en mi zona cómoda. En el TRABAJO es esperable que las conversaciones sean de ADULTO A ADULTO, bajo la mirada del PADRE. 
El Padre, por el piso que ocupa, es INAPELABLE. Su Ley ya está escrita en piedra. No obstante, toda vez que nos colocamos en el piso del hijo, estamos poniendo –en nuestra imaginación, obviamente- al otro en el piso del Padre. Y esto conlleva una tentación, porque pongo literalmente mi destino en sus manos, que resuelva mi problema y si las leyes no se ajustan a mis necesidades, pues que las cambie. Eso es lo que le estoy pidiendo si persisto en mantenerme en el piso del hijo, en el que no tengo responsabilidad ni capacidad de elección, ni poder de decisión, ni protagonismo en mi propia vida. 

Ejemplos de haber tentado al otro a ponerse en el rol de padre: Gabriela contó haberle pedido a Gabriel M. que le permitiera seguir yendo a las actividades de la Escuela sin pagar hasta conseguir trabajo. Verónica dijo que en ese momento Gabriela pudo acudir al padre porque él todavía estaba entre nosotros. El piso del padre que se corresponde con La Ley, Las Reglas, el Deber Ser, era en sí mismo Gabriel que los encarnaba y los originaba, de modo que le asistía la posibilidad de hacer una excepción, o no. Él era el Padre y él podía hacer o deshacer porque él era La Ley. 

En este momento del Trabajo en que Gabriel no está físicamente entre nosotros, el piso del Padre sigue ocupado por él, por las Leyes que nos trasmitió y por las Reglas que creó. Toda otra persona, sea Instructor antiguo o nuevo, ocupa –o es esperable que ocupe- el piso del Adulto: ni Gisella ni ninguno de nosotros está ocupando el piso del Padre que ES LA LEY… de modo que a ninguno de nosotros nos asiste la posibilidad de des-hacer Normas, Reglas o Leyes que nos preceden. 
 Claudio por su parte contó que en una ocasión llamó a Verónica un domingo por la mañana. Se les había descompuesto el auto al salir de Villa Gral. Belgrano. Él le contó a Verónica la situación: el auto varado en una estación de servicio, a mitad de camino entre Villa General Belgrano y Alta Gracia. Verónica lo escuchó y luego le contestó ‘¿y que piensan hacer?’ Recuerden que la Clase de la Ciencia Armonical comienza recién a las 11 horas. En cuanto decidan qué van a hacer nos avisan.’ Claudio al contarnos dijo que Verónica lo había ‘obligado’ a tomar una decisión. En realidad Claudio lo que buscaba al “contarle” su situación a Verónica era que ella tomara el lugar del padre y lo excusara de viajar a Alta Gracia en esas circunstancias. Al responderle ella “Qué piensan hacer?” y hacerles ver otra parte de la información que Claudio no había contemplado que era el hecho de que lo único obligatorio era la asistencia a la Ciencia Armonical y que la clase comenzaba recién a las 11 de la mañana, le devolvió la responsabilidad y es por eso que Claudio pudo tomar una decisión. 
No obstante ello, Claudio vivió esta situación desde el piso del Hijo y si bien asumió la responsabilidad y decidió viajar lo mismo, de todo lo que le dijo Verónica él entendió: “Vengan!”, es decir que escuchó la voz del Padre. Siempre que una persona se dirige a la otra desde el piso del hijo, cuando el otro se pronuncia desde el lugar del adulto lo invita a subir al piso del adulto, para hablar de igual a igual, cada uno asumiendo su responsabilidad. Pero si quien está en el piso del hijo se empecina en quedarse en ese nivel, la “ayuda” no es tomada como tal, sino como un estímulo más, que provocará una reacción correspondiente. No hay aprendizaje, no hay crecimiento ni madurez. No hay movimiento en el nivel de conciencia. 

Verónica dijo que los problemas de comunicación se deben a la posición desde la que escuchamos. Desde el piso del niño, donde se siente impotencia, escuchamos lo que el adulto nos ‘obliga’, es ‘injusto’ al dejarnos solos, y que la victimización es no permitirnos subir al piso del adulto y ser protagonistas de nuestras posibilidades... Ante la situación de ser tentado por el otro, de colocarnos en el rol del Padre, para que se haga cargo de sus desafíos, podemos devolverle la posibilidad de elevarse al otro, para que evalúe los datos, considere las consecuencias y los costos, y tome una decisión él mismo, porque el desafío es para él. La conciencia está en todos los pisos. Se va desarrollando y se vive desde el piso en que uno se encuentra. 
Desde el piso inferior, el niño en su ignorancia imagina una respuesta mágica ante los desafíos: mágicamente se resolverán sus problemas, mágicamente el Padre lo salvará de los peligros a los que él se expone, el Padre mágicamente pagará por los daños que él cause en sus juegos y correrías. 
Es importante no confundir este pensamiento mágico característico de la infancia –biológica o espiritual- con la naturaleza de lo Milagroso. Un Milagro consiste en la manifestación de un plano más alto en uno más bajo, pero conforme a Leyes. El pensamiento mágico lo que supone es que Lo Alto se manifestará para evitar que yo me responsabilice de las consecuencias de mis actos, para que el Padre haga la Tarea del Hijo. El Milagro es, en todo caso, la Encarnación, en mí, de los Atributos de lo Más Alto y no mi desaparición para que Lo Alto tape mis falencias.

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